Con unas cucharadas de azúcar, un poco de harina, algunos huevos y mucho amor, hemos preparado nuestro delicioso desayuno.

La lluvia nos dio una pequeña tregua para dedicarnos a faenar con los animales de la granja y también para disfrutar de los distintos talleres.

Gracias a unas apetitosas lentejas, hemos repuesto fuerzas para luego subir a la mina, situada en la montaña de Parapanda. ¡Es un lugar mágico!

Estamos deseosos de que caiga la noche para recibir la visita del gran Lucio. ¿Qué nos contará esta vez?

 

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